Hoy, 25
de noviembre, se conmemora el día contra la violencia de género. Desde el IES
Fuente Alta hemos querido poner nuestro granito de arena en esta lucha que nos
incumbe a todos. Por ello, no hemos ido solos. Nos han acompañado
representantes del Ayuntamiento, los alumnos y maestros de los colegios, la
asociación de mayores activos y todos los habitantes de Algodonales que se han
querido sumar al acto desarrollado en la plaza.
La
apertura del acto ha estado a cargo de Alejandro Albaladejo, director del
centro, que ha pronunciado un discurso recordando que las cifras de mujeres
muertas por violencia de género superan con creces a las víctimas de
terrorismo. Acto seguido alumnado de 4º de la ESO, 1º y 2º de bachillerato han
leído doce microrrelatos escritos por ellos o por sus compañeros y las mujeres
de mayores activos les han colocado una máscara realizada por los alumnos y los
profesores del departamento de EPVA. Para cerrar el acto, Cristina Sánchez ha
recordado a todos los niños víctimas de la violencia vicaria, a aquellos
obligados a convivir con el maltratador y a aquellos que han sido testigos
impotentes del asesinato de su madre.
Apertura del acto por parte de Alejandro Albaladejo del Castillo, director del IES Fuente Alta:
Microrrelatos del alumnado
A lo largo de todo el mundo, en todos los continentes o países
que podamos nombrar, nacer siendo mujer es vivir en peligro, estar expuesta a
que te casen siendo una niña, a ser
mutilada basándose en tradiciones cuyo origen nadie conoce, o a vivir
bajo la oscuridad de un burka convertida en una sombra sin derechos, por poner sólo unos ejemplos. Tendemos a
pensar que esas violencias son consecuencia de vivir en países atrasados
culturalmente, de religiones que discriminadoras, de la pobreza, de la
incultura, de la falta de ley… y creemos que estamos a salvo.
Pero no es así
y por eso hoy estamos aquí. Es cierto que vivimos malos tiempos para la verdad,
que las redes juegan a confundirnos, pero vosotros y vosotras sois estudiantes
y sabéis que la verdad tiene que
apoyarse en datos, no en opiniones y por
eso hay que repetir otra vez lo que ya sabemos, aquello contra lo que venimos
luchando año tras año desde hace ya dieciséis. Los datos que ahora voy a dar
provienen de la página del Ministerio de Presidencia, relaciones con las
cortes e Igualdad:
Este año que aún no ha terminado han muerto hasta ahora 51 mujeres muertas, más que en todo el pasado año, 12 de ellas en nuestra comunidad
· Las denuncias por violencia de género en nuestra comunidad han pasado de 33654 en 2008 a 43.560 en lo que llevamos de año.
· Asimismo las denuncias por agresión sexual han pasado de 13.000 en 2012 a 19000 en el 2018.
· Desde el 2007 ha habido 850.000 llamadas al 016 el teléfono contra la violencia de género
· Ha habido más de 1000 mujeres asesinadas desde 2003, en 16 años, 150 muertes más que las causadas por ETA en 40 años.
No parece que estemos mejorando en
ningún sentido. Podíamos seguir pero no
hace falta. Aunque es cierto que falta un dato para rebatir a quienes dicen que
hay otra realidad: El número de condenas por denuncias falsas este año es de una
Decir, ante
estas cifras, que la violencia de género no es una realidad, una violencia
estructural diferenciada, que necesita
un tratamiento desde todas las instituciones y por parte de toda la sociedad es
como poco, fruto de la desinformación
La realidad aquí, en
nuestro entorno, en nuestra comunidad, en nuestro país, es que las chicas están
cansadas de sentir miedo por la calle, que la famosa “manada” se ha multiplicado por toda nuestra geografía, que
no hay un fin de semana sin su carga de humillación y gritos para miles de
chicas por parte de sus parejas, a la vista de todos en fiestas y botellones, que
la autoestima de nuestras jóvenes está
minada por esos cientos de mensajes que se envían desde las redes: vídeos
musicales donde son floreros de algún machote tatuado y musculado, canales de
youtube plagados de consejos para estar más delgada – nunca se está suficientemente
delgada te dicen – para estar mejor maquillada, para ser más sexi, con el
objetivo de conseguir al “chico de tu
vida”, películas, programas de televisión…La realidad aquí es que han aumentado
en un 24% las llamadas de jóvenes al teléfono del Instituto Andaluz de la Mujer
y ya había aumentado un 20% el pasado curso, que más del 70% de los chicos y del
80% de las chicas en Andalucía piensa que solo hay violencia en la pareja si hay violencia física, aunque hayan oído cientos de veces que la violencia
física es sólo la punta del iceberg, el último escalón de esa peligrosa
escalera del amor romántico que hemos visto.
Me he centrado
en las y los adolescentes porque es aquí donde empieza el problema y creo
firmemente que la escuela es el lugar donde luchar contra esta lacra, donde dar
herramientas a nuestras y nuestros
jóvenes para luchar contra ello, donde hacerles ver cuales son los gestos, las
actitudes y las costumbres que perpetúan esta situación, donde ponerles esas
gafas de género tan necesarias.
Pero este año hemos
querido centrarnos en las otras víctimas de los feminicidios, las que aparecen
como una estadística más del horror. El maltratador muestra su auténtico rostro
cuando escoge a sus propios hijos como víctimas, como instrumentos para
aumentar hasta el límite el dolor que busca causar.
Alejandro Albaldejo del Castillo
Microrrelatos del alumnado
Ojalá nunca acabe el cole. Es la única
manera de esquivar los golpes.
Autora: Janet García 1º bachillerato
La miro, su rostro está pálido, rezuma miedo.
De repente, la
situación me resulta familiar. Veo la cara de mi madre y empiezo a
recordarlo todo... Papá, ¿por qué tuviste
que hacerlo? Mamá, soy otra
persona desde que te fuiste.
Autora: Elena Sánchez Luna 1º bachillerato
En la casa reinaba el silencio. Hasta que sonaban
las bisagras. Aquel ruido que indicaba que la tranquilidad se había acabado. A
veces, sus manos sujetaban una botella y otras, traía una maldad de esas que te
obligaban a mirar al suelo y esconderte detrás del descansillo de la cocina.
Pero mamá no tenía la posibilidad de esconderse. Se convertía en el blanco de
todos los insultos, de todos los golpes. Aquella noche fue especial. Mi hermana
y yo escuchamos sus pasos y sabíamos que se aproximaba lo peor. Los muebles y
los cristales fueron sus primeras víctimas. Su sombra se proyectó en la pared y
supe que no iba a mandarnos a la cama, que iría directamente a por ella. Jamás
había oído palabras tan hirientes como las que salieron de la boca de aquel
hombre que desde ese momento dejó de ser mi padre.
Autora: Lucía Serrato
Como todos los días dejó su mochila en
el pasillo y se fue a saludar a su madre. Ella estaba en la cocina con el
delantal atado a la cintura. Se quedó inmóvil ante su figura. Tenía el rostro
pálido y la mirada perdida, las lágrimas cruzaban sus mejillas. Entonces fue
cuando entendió por fin porqué su madre huía despavorida al escuchar llegar a
casa a su padre.
Autor: Daniel Luna Escorza 2º bachillerato
Pensando en mi abuela, veo a una mujer
levantándose para servir a los que están sentados. Hoy me pongo en pie por
ella.
Autora: Janet García
Tres años han pasado desde que vi por última vez el rostro de Lucía. Una llamada me comunicó lo
ocurrido. El mundo se me vino encima. Puede que a mi ex le den la condicional,
pero yo no siento nada. Estoy muerta en vida.
Autor: Alejandro Vázquez Madroñal 1º bachillerato
Cuando te conté que los malvados amenazaban mi reino
me aconsejaste construir una
fortaleza.
“Pero entrarán”, te
dije.
“Entonces tapia las ventanas y puertas
solo cuando vengan”. Y así lo hice. Y me quedé solo.
Autora: Vera Acuña
Se hizo un silencio hasta que llegamos
al hospital. Allí vi
como las manos de una enfermera curaban las manos de mi tía, rajadas al
intentar parar el cuchillo. Mientras tanto, el interrogatorio de la policía.
Cinco veranos pasaron hasta llegar al
día en que mía tía puso punto y final a
la terrible historia de su matrimonio.
Autor: Manuel Jesús Tallafé Andrés 2º bachillerato
Temía que llegase la hora en la que la paz
se acababa en casa. Un monstruoso ser vivía con nosotros y estaba lleno de ira.
A veces teníamos suerte y escapábamos
pidiendo ayuda entre los vecinos. Aguantamos así durante 10 años hasta que
pudimos salir del horror renunciando a nuestra ciudad y amigos. Hoy podemos
decir que hemos sobrevivido a la catástrofe.
Autora: Natalia González Astete 2º Bachillerato
Te
conté que quería ser astronauta, tú me sonreíste.
Te pregunté qué querías
ser tú,
tu boca
sonrió.
Autora: Vera Acuña Torreño 2º bachillerato
Suenan las campanas, el rey ha
llegado. Tras sus pasos, un fuerte olor a lúpulo embriaga su palacio. Camina
ciegamente a través de los pasillos hasta llegar a los aposentos de quién,
según él, es su sirvienta. Cada día que llega de la taberna comienza la
misma rutina de siempre, gritos, golpes para, por último, tomarla como si de un
animal se tratase. Todo el tiempo me debato entre la impotencia y el miedo.
Todo el tiempo siento ser una espada sin filo en el yunque del herrero.
Salvador Bernal 4ºA
Espero que no se enfade cuando
despierte,
pero no lo pude evitar.
Mamá
tenía el color exacto que buscaba para
dibujar moras.
Cierra el acto la profesora Cristina Sánchez:
"Sara, Amaia, Martina, Nerea, Candela, Ángel,
Javier, Miguel, Leonardo, Damaris, Ruth, José... son los nombres de algunos de
los 47 niños asesinados por su padre desde 2010.
Ellos fueron víctimas del más monstruoso tipo
de violencia que pueda existir, aquella que lleva a un hombre a matar a sus
propios hijos con tal de infringir dolor a su pareja o ex pareja. Es lo que se
conoce como violencia vicaria. 2017 fue el año en el que más niños fallecieron, siete. La mayoría
asesinados durante el régimen de visitas.
Otros, verdaderos supervivientes, tuvieron
que convivir con el maltratador al que le fue concedida la custodia. Fue el
caso de Patricia y David. En 2005 tras una brutal paliza, su madre decidió
separarse. Ellos tenían 6 y 4 años y en ningún momento nadie pensó lo que
Patricia ya sabía: “un maltratador no puede nunca ser buen padre”.
Otros, como Francisco, vieron como su padre
asesinaba a su madre. Tenía 14 años cuando a la vuelta del colegio vio a su
madre arder en el patio delantero de su casa. Era Ana Orantes. Su marido la ató
a una silla y la roció de gasolina días después de haber denunciado en
televisión el maltrato perpetuo al que su marido la tenía sometida.
En lo que va de año son 11 los niños que han
presenciado el asesinato de su madre a manos de su padre. El duelo al que se
enfrentan estas criaturas es inconmensurable, por tres motivos: son testigos de
la muerte de su madre sin poder salvarla y además a manos de su padre. Las
secuelas son de por vida.
Pero, ¿qué lleva a un hombre a hacer algo
así? Yo, que me siento incapaz de responder a esta pregunta, he acudido a
libros, artículos e informes y he encontrado en todos la misma respuesta: la
necesidad por parte de ese tipo de hombres de demostrar su poder. Consideran a
la pareja y a los hijos de su propiedad. Pero detrás de esa sinrazón, además de
una personalidad narcisista y psicopática, hay todo un sistema político, social
y judicial que lo sostiene, lo justifica en algunos casos y lo perpetúa.
Nadie puede devolver la vida a esos niños fallecidos.
Nadie puede calmar el dolor infinito con el que esas madres conviven cada día.
Nadie puede reparar la tristeza y el desamparo que vivieron y viven los niños a
los que su padre dejó huérfanos. Nadie, pero todos podemos luchar para evitar
que siga sucediendo.
Al igual que David frente a Goliat, nuestro
enemigo es fuerte y poderoso. Es ese
sistema que antepone los derechos de un maltratador a la seguridad de
los menores, el que no protege a las mujeres que denuncian, el que se burla de
ellas por hacerlo, el que considera que es abuso y no violación. Empecemos,
pues por el principio y eduquemos en igualdad, con respeto y empatía. Así, a lo
mejor, el gigante se vuelve pequeño."
El profesorado ha ido anotando las actividades que iba realizando con cada grupo durante estos días. |
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