“Arbeit Mach Frei”, el trabajo os
hará libres, este es el lema que recibía a los deportados a la entrada de los
campos de exterminio nazis, en
Auschwitz, en Dachau, en Mathausen y en tantos otros. A alguien le debió
parecer una buena idea y no una enorme ironía, una aberrante perversión.
En el documental Joán Tarragó, el bibliotecario de Mathausen el protagonista, a través de su hijo,
pronuncia una frase similar, pero con una carga de profundidad mucho mayor: “Leer nos hace libres”. Los nazis, como todas las tiranías en todas
las épocas, debían sospechar de la veracidad de esta afirmación, a juzgar por
los libros y bibliotecas que quemaron. En mitad del infierno del campo de
exterminio, del dolor, el sufrimiento y la humillación convertidos en una
cotidianidad con aspecto de eternidad, Joán Tarragó pensó que cada libro
rescatado era un ancla para la dignidad de quienes eran sólo números.
Impresiona pensar en el proceso de ocultación y en los riesgos corridos, pero
admira aún más la fe que hizo posible este proceso, la convicción -más allá de
eslóganes o lugares comunes- de que la literatura, el arte, nos devuelve a lo
que somos, elevándonos por encima del las
miserias, que la palabra es una herramienta contra las alambradas, que
en la lucha por la liberación del ser humano los resultados no son
cuantificables, porque una gota de agua es
el mar.
Pero este
documental es también un homenaje a los exiliados españoles – reducidos a la
condición de apátridas por obra y gracia
del dictador Franco – y a las mujeres que vivieron con ellos, las que los
recibieron cuando fueron liberados y curaron las heridas que sólo ellas podían ver, una
historia poco contada y casi olvidada. Motivos de sobra pues para dedicarle un
rato a su visionado.
Alejandro Albaladejo del Castillo
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