Ilustración de Ángel Moreno Morales |
"Cuando yo era pequeño me encantaban los circos,
y lo que más me gustaba de ellos eran los animales. Me llamaba especialmente la
atención el elefante que, como más tarde supe, era también el animal preferido
de otros niños. Durante la función, la enorme bestia hacía gala de un tamaño,
un peso y una fuerza descomunales...Pero después de la actuación y hasta poco
antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una
pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba sus patas.
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de
madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y aunque la madera era
gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de
cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.
El misterio sigue pareciéndome evidente.
¿Qué lo sujeta entonces?.
¿Por qué no huye?.
Cuando era niño, yo todavía confiaba en la sabiduría
de los mayores. Pregunté entonces por el misterio del elefante...Alguno de
ellos me explicó que el elefante no huía porque estaba amaestrado. Hice
entonces la pregunta obvia: "Si está amaestrado, ¿por qué lo
encadenan?".
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta
coherente.
Con el tiempo, me olvidé del misterio del elefante y
la estaca...
Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien
había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:"El
elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde
que era muy, muy pequeño".
Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién
nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de
soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca
era demasiado dura para él.
Imaginé que se dormía agotado y al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día y al otro...Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa, porque, pobre, cree que no puede. Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.
Todos somos un poco como el elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que "no podemos" hacer montones de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo lo intentamos y no lo conseguimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: No puedo, no puedo y nunca podré.
Hemos crecido llevando este mensaje que nos impusimos
a nosotros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la
estaca. Cuando, a veces, sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas,
miramos de reojo la estaca y pensamos: "No puedo y nunca podré".
Esto es lo que te pasa, vives condicionado por el
recuerdo de una persona que ya no existe en ti, que no pudo.
Tu única manera de saber si puedes es intentarlo de nuevo
poniendo en ello todo tu corazón...¡¡¡Todo tu corazón!!!."
JORGE BUCAY
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